Hablando el otro día con unos amigos, todos ellos peronistas como quien escribe estas líneas, me dijeron frases como estas:
"Boludo, no podés estar con esos gorilas del campo. Son una manga de ingratos del carajo. Mandan a sus hijos a colegios caros, que los tuyos jamás los van a oler siquiera...". Otro al que respeto mucho, sociólogo él me dijo: "menos soja y más leche". Un tercero, un tanto más contemporizador, me dijo: "Los comprendo un poco, pero tienen aire acondicionado en sus máquinas agrícolas".
En otro momento, haciendo la fila en el Banco, unas 10 personas se autotitularon "expertos en temas agripecuarios" y le dieron a las organizaciones sociales con un caño galvanizado, con extremidades de acero en forma de gancho. Escuché frases como esta: "Negros de mierda, tenían que ser", "siempre los peronistas" y otras cositas más, violentas y xenófobas al mango.
Pero aunque este sea un blog xenófobo y racista, caro amico, en este punto nos tenemos que poner serios. Porque el tema lo exige y porque, sostengo sin hesitaciones, nos estamos enfrentando entre argentinos. Y esto es una cosa horrible por donde se la mire. Horrible e inadmisible.
Por eso voy a opinar, pese a no ser experto en tema de campo y autotitularme, yo solito: experto en temas de campo, qué joder !!!
Enotnces, volvamos a los comentarios que me dijeron y escuché: Si tengo que hacer un producto final de todos ellos y ese producto final fuese reducido a una sola palabra, la que me surge es esta: RENCOR. Hay rencor, por los poros de la gente, sea del palo que sea. Y hay rencor, porque nunca como hoy se hizo tanto para que nos dividamos y nos sintamos distintos los nacidos o crecidos en este país. En vez de ser lo que somos: trabajadores, laburantes de distintos sectores de la sociedad y con distintas ideas. Con habilidades distintas, con pareceres distintos, con sueños a alcanzar tan personales como personas existen. En lugar de eso, nos dividimos como si fueramos elementos inconciliables. Como si una idea no podría mutar con el tiempo.
Sepanlón, lo único que puede dividir a una persona son sus hechos, no su mente.
Parece muy claro, entonces, que la crisis es política, no técnica ni mucho menos sometida a los porcentajes económico-matemáticos del 44, del 35 o del 27 %. Como en la Argentina nada se discute sino que se exige (con cortes, bloqueos de ruta, piquetes más o menos violentos) se pierde lo esencial de un sistema respublicano: la discusión y el disenso, y con ello la política se diluye. Incluso, se diluye de parte de aquellos que nos deberían dar cátedra abierta y gratuita de ella: nuestra autodenominada "clase política" (en palabras de la Dra Elisa Carrio y que ningún colega de la mencionada opositora profesional ha corregido hasta hoy).
En el medio de todo este despelote, aparecen tipos preocupados más por dividir que por conciliar. Porque una cosa es putear en la cola de un banco, o en una mesa de truco después de un regio asado, y otra muy distinta es cagar a trompadas a quienes piensan diferente. Cosa que ha ocurrido.
Buena hora es la presente, para que los "iluminados del arte de la discusión y el disenso", brinden una clase abierta y gratuita de civismo y tolerancia, pero no dirigida a nosotros (que conocemos los libros que lo enseñan), sino a aquellos que desde sus propias filas, en enrolan en consignas absurdas, antíguas y maniqueas ajenas a la idiosincrasia nacional (y, por lo tanto, violentas). Seguramente importadas, pudiéndose adquirir los mismos en algún kiosco de artículos importados.
Construyamos un país para todos, con ideas de todos y para todos. No importemos más, muchachos. Déjense de joder, y arreglen sus diferencias ya.
Y eso que soy peronista
Abrazo, Carioca